Lo normal es que a las seis de la mañana estés saliendo de una discoteca o buscando una hamburguesa de 1 € (que con la inflación ahora ya va por 2 €) para sobrevivir a la resaca. Pero la vendimia al amanecer en Bodegas Sommos se vive de otra manera: un cubo en la mano, unas tijeras en la otra y viñedos todavía cubiertos de rocío. Así arranca el after más elegante (y sudado) que vas a experimentar.
Cosechar la uva, cosechar la experiencia
Aquí no hay visitas de postureo. No se trata de recorrer la bodega como espectador, sino de formar parte del proceso desde el minuto cero. La vendimia empieza temprano porque la uva lo exige: la frescura de la madrugada conserva los aromas, evita que la fruta se caliente y mantiene intacta la esencia de lo que después será vino. Tijera en mano, cortas racimos, llenas cajas, te manchas de polvo y de mosto, y de pronto entiendes —con el cuerpo y no solo con la cabeza— que detrás de cada copa de vino hay trabajo duro, paciencia y una enorme dedicación.


El primer sorbito con el sol en la cara
La recompensa llega pronto. Tras varias cajas llenas y las primeras risas de grupo, toca almorzar como se hacía antes: mesa larga, productos locales, chorizo, tortilla, pan con tomate, dulces caseros… Y, por supuesto, el vino de la casa, servido justo cuando el sol empieza a calentar y pinta de dorado los viñedos. Es un momento único en el que se mezclan cansancio, satisfacción y la sensación de haber formado parte de algo auténtico. El brindis a esa hora sabe diferente, porque ya has sudado por esas uvas.

El mix definitivo
Bodegas Sommos lo ha sabido llevar al siguiente nivel: transformar la vendimia en una experiencia enoturística que engancha más que cualquier anuncio. Aquí vienes a vivir, no a mirar. Vienes a currar un poco, reírte mucho y beber mejor. Lo interesante es que todo se hace en un entorno que combina tradición y modernidad: desde la arquitectura futurista de la bodega hasta la calidez de las personas que te guían en el proceso.

, Es verdad, tendrás que poner la alarma a una hora indecente, pero cuando estés rodeado de viñas con la luz suave del amanecer, todo cobra sentido. Eso sí, solo podrás apuntarte durante la época de vendimia, así que tendrás que esperar al próximo año para repetir. La buena noticia es que la experiencia te deja tantas ganas de volver, que ese “hasta pronto” ya sabe a vino.
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Así me gusta!!! Experiencias reales.
Cuando uno ha vendimiado de verdad, valora el esfuerzo que hay en cada botella. Yo cada año ayudo a algún amigo bodeguero para auto recordármelo y disfrutar de las luces, los aromas y los sabores de esas uvas maduras a la perfección.