En las tierras altas de Ontinyent, donde el silencio del campo se mezcla con la brisa del Mediterráneo, (me ha quedado muy del Señor de los Anillos, lo sé) se empieza a gestar algo más que vino. Finca El Port no solo representa un nuevo proyecto enológico; es también una declaración de intenciones, una oda a la tierra, a la familia y a los valores que trascienden en el sector. Lo que me gusta a mí una bodega con pequeña producción y que hace las cosas bien che!
El motor detrás de esta aventura son los hermanos Joaquín (Ximo) y Santi Prieto, conocidos por ser los propietarios del prestigioso restaurante La Cuina en Ontinyent. Su pasión por el vino no es nueva, pero ahora toma forma propia con este nuevo proyecto vinícola que aúna respeto por el entorno, búsqueda de identidad y mucha verdad en cada botella.
Finca El Port: un vino con raíces familiares
Finca El Port nace en un momento emocionalmente especial para los Prieto. Hace apenas unos meses, perdieron a su padre, una figura muy querida y recordada con admiración en la comarca (por seguir con lo del Señor de los Anillos). Genio y figura, como muchos lo definían, fue siempre un referente de cachondeo y compromiso a la vez. Su legado emocional y vital es, sin duda, una de las columnas invisibles de este proyecto.
La familia Prieto ha estado siempre ligada a la gastronomía de alto nivel. No solo gestionan La Cuina, sino que también fueron los impulsores del restaurante Sents, que llegó a lucir con orgullo una estrella Michelin, llevando la cocina de autor de Ontinyent al panorama nacional.

Su madre, Carmina, sigue siendo otra gran protagonista de esta historia (está no os la veis venir). A través de su cuenta de Instagram @lacuinadecarmina, comparte recetas tradicionales con encanto casero, y es una figura entrañable muy querida tanto por el entorno local como por seguidores de toda España. Su cocina, como la de sus hijos, huele a autenticidad y a verdad.
El vino como camino personal
Pero Finca El Port también es una evolución personal para Ximo Prieto. En los últimos años, ha dado un giro vital hacia el veganismo, el yoga y el equilibrio cuerpo-mente. Yo sinceramente, le digo que a veces se pasa de hippie, pero este cambio no solo se refleja en su estilo de vida, sino también en la forma en la que concibe el vino: sin artificios, sin máscaras. Vino limpio, sincero, que hable del lugar y respete la tierra. En mi defensa diré que ahí estoy yo en la vendimia ayudándole para que el vino salga medio bueno.
Las primeras vinificaciones en Finca El Port incluyen variedades como Tempranillo y otras en fase experimental Trapadell. Todo se trabaja con mínima intervención, en pequeñas cantidades, y con la filosofía clara de elaborar vinos bien hechos sin tanta chorrada de palabrería.

Finca El Port ya apunta maneras. No busca ruido ni fuegos artificiales. Busca hacer las cosas bien. Honrar la historia de una familia, devolver vida a una tierra, y demostrar que el vino es también una forma de sanar, de crecer y de compartir.
El proyecto se complementará con actividades de enoturismo, catas en el viñedo y experiencias donde la conexión emocional con el entorno sea protagonista. Porque para Ximo y Santi, el vino no es un producto: es un lenguaje para contar quiénes son y de dónde vienen.