En los últimos años, el mundo del vino y de los creadores de contenido vive una transformación silenciosa —pero evidente— entre las bodegas tradicionales y quienes, desde redes sociales y plataformas digitales, intentan acercarlo a nuevas audiencias. Este conflicto, muchas veces velado por la cortesía o la ignorancia estratégica, pone en evidencia una brecha generacional, comunicativa y, sobre todo, de visión sobre el futuro del sector.
Tradición frente a nuevos relatos
Las bodegas, muchas de ellas con décadas o siglos de historia, han construido su prestigio a base de trabajo, tierra y tradición. Sin embargo, parecen aún reticentes a ceder protagonismo a quienes hoy dominan el relato digital. Por otro lado, los creadores de contenido —enólogos jóvenes, sommeliers comunicadores o simplemente apasionados con una cámara— han logrado lo que muchas campañas de marketing tradicionales no han conseguido: despertar curiosidad e interés en públicos que jamás pisaron una vinoteca.
En otros artículos de vino mediterráneo ya hemos visto cómo las bodegas combinan historia y adaptación. Pero la comunicación digital sigue siendo un desafío.
El verdadero problema: la desconfianza
El problema no es que haya diferencias: eso es natural. El problema es que hay desconfianza. Las bodegas temen que su mensaje se diluya en manos de influencers que prioricen la estética o el entretenimiento por encima de la técnica y el respeto por el producto. Mientras tanto, los creadores se frustran ante la falta de apertura y colaboración de una industria que parece más cómoda hablando entre expertos que atrayendo nuevos consumidores.

Una alianza necesaria
Pero lo cierto es que ambas partes están condenadas a entenderse. Si el vino quiere seguir siendo relevante en un mundo digital, donde la atención es escasa y la oferta inmensa, necesita actualizar su manera de comunicar. Lo mismo ocurre en la cocina: Normal, el restaurante de los hermanos Roca ha sabido renovar la tradición sin perder su esencia. ¿Por qué no podría el vino hacer lo mismo? Y si los creadores de contenido quieren tener algo genuino que contar, necesitan acceso, respeto y colaboración por parte de quienes hacen posible el producto: las bodegas.
Más que marketing: supervivencia
La venta de más botellas no es solo una cuestión de marketing, sino de supervivencia. Si no se da esta unión estratégica, el vino se quedará fuera de las conversaciones cotidianas, arrinconado como un lujo del pasado, incomprendido por las nuevas generaciones. Y un sector que no se adapta, que no sabe contarse a sí mismo en el lenguaje del presente, difícilmente podrá sostenerse en el tiempo.
P.D. Gracias a mi compañera Anna por el artículo que me dedicó el mes pasado y por haber entendido tan bien, junto al resto del equipo, la situación. Este texto lleva un besito al cielo.