Cuando me escapo a Zaragoza me gusta conocer sitios nuevos, y para eso tengo a Patricia. Siempre encontramos una excusa para vernos, ponernos al día y, cómo no, compartir buena mesa. Esta vez sugirió Tasca La Ultramarina, en el barrio de Delicias, cerca de la zona de Enlaces y a un paso del hotel donde me alojaba.
Esta taberna, con alma de ultramarinos de los de antes y ese aire de vermutería moderna que tanto engancha, es mucho más que un sitio donde sentarse a comer. Es de esos lugares donde te sientes a gusto, donde todo invita a disfrutar con mucho apetito.
Reservamos para cenar a primera hora que es cuando se disfruta mejor. El local es amplio, agradable y muy limpio, con una estética que mezcla lo castizo con lo actual sin perder autenticidad. Tiene mesas altas ideales para tapear, y un ritmo de servicio bueno. Eso sí, conviene reservar, porque se llena con facilidad, sobre todo por las noches.

Nada más sentarte, te reciben con unas aceitunas bien aliñadas, que se note que vivimos en un país donde el aceite y la aceituna forman parte de nuestra cultura gastronómica.

La barra está llena de color: tomates de los buenos, cebollas, pimientos, berenjenas y champiñones en exposición, como si de un bodegón se tratase. Es un guiño directo al producto fresco y de temporada, al que aquí se le da el protagonismo que merece.
Como acompañante, nos decantamos por un vino tinto Armantes 2021, elaborado por la Bodega San Gregorio en la D.O. Calatayud. Un coupage de 70% Garnacha y 30% Tempranillo, con aromas de fruta fresca, paso ligero y final agradable que marida a la perfección con el picoteo de barra. Un vino sencillo pero bien hecho, que refleja el carácter de la tierra y encaja con la filosofía de la casa: producto local, bien tratado y sin complicaciones.

Tradición, brasa y un punto canalla
La carta está escrita con tiza en una gran pizarra que domina la sala. Y no es solo un elemento decorativo: es una declaración de intenciones. Aquí se cocina con cariño, con producto y sin florituras. Desde los caracoles a la brasa, el cazón en adobo o el montadito de foie, hasta platos más contundentes como los callos de ternera, las manitas de cerdo a la plancha o el plato de cecina con pimientos.
El ambiente, el color de la barra y las tapas lo dicen todo. Puedes verlo en este Reel que subimos a Instagram.

Además, el personal es una maravilla: amable y cercano. Se toman el tiempo de explicarte cómo está organizada la carta, que puedes consultar cómodamente desde una tablet. Todo está bien clasificado por categorías y, lo mejor, incluye los alérgenos de cada plato, algo que se agradece muchísimo si tienes intolerancias o simplemente te gusta saber lo que comes.

Platos que conquistaron (y con razón)
En Tasca La Ultramarina no hay trampa ni cartón. Aquí se viene a comer bien, sin postureo ni artificios. Y si encima lo haces entre risas y buena compañía —como fue nuestro caso—, la experiencia se redondea. Estos fueron los platos que compartimos y que, te aseguro, volvería a pedir sin dudar:
- Anchoa en salmuera del Cantábrico con vinagre de vino y ajo. Delicada, sabrosa, bien tratada. Un bocado de culto

- Croquetas de jamón ibérico. Porque decir que no es de mala educación. Cremosas por dentro, crujientes por fuera y con sabor auténtico.

- Ensalada de tomate murciano, ajo, olivas y AOVE. Sencilla, pero brava. Aquí el tomate sabe a tomate, y eso no es tan fácil de encontrar.

- Cazón en adobo. Un clásico del sur no siempre bientratado, pero aquí lo bordan: jugoso, sabroso y con el punto justo de fritura..

- Y de postre, cómo no, torrija con helado de vainilla. Porque siempre hay hueco para el postre. Dulce, cremosa, con el contraste frío-caliente que hace que acabes la comida con una sonrisa.

Una taberna que conquista sin artificios
Las paredes hablan. Fotografías, recuerdos, carteles antiguos y objetos con alma envuelven el espacio en una estética castiza, marinera y divertida. Puedes quedarte horas descubriendo detalles mientras compartes un buen rato.
Tasca La Ultramarina es ese sitio que recomendarías sin pensarlo a quien te pregunte dónde tapear en Zaragoza. Porque tiene sabor, personalidad y ese “no sé qué” que hace que quieras volver.
Dirección: Calle Roger de Flor, 1 – Zaragoza