Dentro de nuestra “wishing food list” (lista de deseos gastronómicos) teníamos desde hace bastante tiempo apuntada la visita al famoso Dos Palillos en Barcelona.
Sabíamos que para acudir a este tipo de local con Albert Raurich y Takeshi Somekawa al frente y además con estrella Michelin, teníamos que ir con la mente muy abierta, con tiempo y un buen presupuesto.
El local
Dos Palillos es un bar de tapas de cocina asiática que pasa prácticamente desapercibido si no andas atento, ya que no le dan, en absoluto, protagonismo a la entrada sino es por un simple farolillo rojo.
Se divide en dos ambientes: una barra de bar tapas donde puedes comerlas de pie o sentado y al final de ésta, entre cortinas de cuerda de aluminio rojo, un espacio más íntimo, sofisticado y sobretodo muy cuidado.
Sólo puedes acceder con reserva y, en el que una segunda barra baja asiática de madera en forma de “U”te distribuye alrededor de lo que es la zona abierta de trabajo central.
No sé cuantos cocineros contamos en ese reducido espacio ¿diez .. doce? Y todos perfectamente distribuidos con un ambiente muy serio y riguroso, sin prácticamente mediar palabra entre ellos.
LA CARTA DE DOS PALILLOS
La carta de Dos Palillos te ofrece dos menús de degustación sin incluir la bebida («Dos Palillos» por 75 euros y «Festival» por 90 euros).
Nos decantamos por el segundo, sin ninguna duda y como su nombre indica, un concierto de veintiún platos, todos perfectos en la ejecución, presentación y coordinación.
Los platos: Mojito de bienvenida de sisho rojo, ron blanco y jugo de lima, Ensalada Thai de espárragos, Nenúfares con costra de jamón, Nimono de espárragos blancos, Tataki de presa ibérica Tandoori, Xiao long bao (unos panecillos guisados rellenos de cerdo ibérico que se preparan al vapor en la misma cesta de bambú), Papada de cerdo ibérico, Mojama de Salmón salvaje, La sardina que quería ser anchoa, Gambas rojas a la plancha (servidas con el cuerpo crudo y la cabeza a la plancha).
Si te quedas con hambre, cosa que te preguntan al final de todo, puedes acabar pidiendo algún que otro platito más.
Nuestros últimos fueron postres que están bien, sin ser nada excepcional ni sorprendente: Coco al estilo thailandés, Mochis de cereza, Maki mochis de Azahar y Kakigori. Éste último nos sorprendió por estar hecho con hielo raspado al que luego se le puede añadir sirope o leche condensada. El nuestro llevaba yuzu, amargo pero refrescante. Para poder sacar el hielo casi pulverizado, utilizan un raspador de hielo eléctrico.
¿Ves la pieza de hielo?
Los vinos
En cuanto a la carta de vinos y cavas de Dos Palillos nos pareció algo elevada en cuanto a tarifas, siendo el más económico de unos 18 euros (tipo Albariño) y el primer vino que nos recomendaron fue de 45 euros de entrada y de aquí, unos cuantos más a precios superiores.
Sinceramente nos cuesta entender este afán por tener unos precios algo desorbitados en los vinos y cavas porque existen en el mercado múltiples posibilidades más ajustadas. Hay que tener en cuenta que ya con el menú degustación, te dejas un buen pellizco de tu sueldo.
Nuestra impresión
Como he comentado antes, en este espacio puedes observar cómo van preparando metódica y sincronizadamente tus platos para después presentártelos. Y ¡menos mal que es así!, por que o eres un erudito en la materia o desconoces que es lo que te vas a comer la mayoría de las veces, sino es por esa breve disertación que los acompaña, ya que incluso la minuta, no ayuda mucho en el acertijo que se presenta con cada uno de ellos.
La calidad del producto y la presentación junto con la vajilla utilizada es todo un acierto. Lo principal es que tienes que ir con la mente completamente abierta y no esperar en ningún momento, encontrar lo habitual de cualquier restaurante asiático ya que no vas a comer el típico roll o maki: desengáñate porqué es otro concepto.
Del Menú Festival nos gustaron algunos platillos más que otros, siendo el balance claramente positivo de forma mayoritaria.
Fabulosa puesta en escena en que prácticamente todo fue un mundo muy desconocido, en el que predominaba en muchos momentos la lima o el jengibre… no sabría decir.
El trato, en general, salvo en una excepción fue frío y aséptico, pecando tal vez de excesiva distancia (o quizás ¿concentración?) ya que intentamos, con nuestras preguntas, iniciar algún pequeño acercamiento y encontramos monosílabos como respuesta.
Sin duda, para saciar tu curiosidad, hay que ir una vez, abandonarte y atreverte a probar todo. Saldrás sorprendido probablemente de ti mismo. ¿Volveremos?… Qui sait!
tiene buena pinta!!!!!!!!