El simbolismo de las frutas en el arte ha sido una herramienta poderosa que permite a los artistas comunicar ideas, emociones y narrativas más allá de lo visible. Hablando de melones… ¿Sabías que los artistas italianos durante el Renacimiento los incorporaron en sus obras para simbolizar la sensualidad y la abundancia?
Así sucedía también con la sandía (melón de agua), que ya en la antigua Grecia era asociada con la diosa Deméter, quien era la diosa de la agricultura y la fertilidad. Se creía que su jugoso interior representaba la fertilidad de la tierra y la abundancia de los cultivos.
El simbolismo en el arte es una herramienta poderosa que permite a los artistas comunicar ideas, emociones y narrativas más allá de lo visible. Los símbolos se utilizan para representar conceptos abstractos, enriqueciendo la experiencia y buscando la complicidad del observador.
Simbolismo de la fruta en el arte: ¿qué representan en los bodegones?
A lo largo de la historia, en muchas producciones artísticas, como pinturas o esculturas, los autores reflejaron en ellas elementos que tenían detrás un importante significado simbólico. Elementos que, a simple vista, parecen haber sido puestos ahí sin más objetivo que decorar o por simple capricho, pero que detrás esconden un sentido más complejo.
Los bodegones, con esas frutas que están para comérselas y que a menudo se acompañan de flores para indicar las estaciones del año, esconden mucha simbología.
El bodegón a lo largo de la historia
El bodegón (también llamado naturaleza muerta) no siempre fue considerado arte. Fue en el siglo XVII cuando comenzó a entenderse como un género pictórico independiente. Antes de eso, los egipcios ya representaban alimentos, creyendo que aquella comida cobraría vida en el más allá. En las tumbas, junto al ajuar funerario, añadían frescos en las paredes de las tumbas con diferentes alimentos, como higos, pan, carne o uva

En el mundo clásico, las frutas simbolizaban hospitalidad. Adornaban frescos y mosaicos de palacios. Uno de los ejemplos más conocidos es el pequeño fresco de melocotones y una jarra de agua en la Casa de los Ciervos, en Herculano, del año 79 d.C. Durante la Edad Media, las frutas no tuvieron mucha presencia artística, aunque aparecieron en pinturas religiosas. A veces, se usaban para explicar pasajes bíblicos, como el pan, que representaba el cuerpo de Cristo.
Renacimiento: la fruta como protagonista
En el Renacimiento, el simbolismo de las frutas en el arte adquirió un nuevo significado dentro de la pintura europea por su sentido simbólico. Caravaggio fue el primer gran pintor de naturalezas muertas. De él es uno de los primeros bodegones de la historia, Cesto con fruta, pintado en torno a 1597, donde con gran realismo muestra un variado repertorio de frutas veraniegas: las uvas negras y blancas ya maduras, membrillos, manzanas, melocotones, higos. Todo ello adornado con las hojas de los árboles que han dado cada fruto.
Lujo y advertencia en los Países Bajos
Son los pintores de los Países Bajos los que mejor reflejarán esta tendencia. La situación económica del siglo XVII influyó directamente en la pintura de bodegones. Con el crecimiento económico, la clase media se volvió más próspera y quería mostrar su riqueza a través de sus espléndidas colecciones de arte. Los bodegones se convirtieron en la elección popular debido a su elegancia y la versatilidad del género.
En ellos, la porcelana china, las frutas exóticas o los cítricos de importación convivían con langostas sobre telas delicadas o deliciosos banquetes. Estas naturalezas muertas eran el ejemplo perfecto con el que la sociedad flamenca demostraba su poder.
La leche se consideraba un líquido noble y su inclusión era un orgulloso testimonio de la producción local. Mientras que las langostas significaban subrayar el lado oscuro de la riqueza, las ostras implicaban un espíritu explícito de tentación.
Los limones, brillantes y caros, demostraban la engañosa belleza de la carnalidad y, según el contexto, podía ser símbolo de dolor, amargura o muerte, y la naranja significaría fecundidad. En cuanto a la manzana, se asociaba casi siempre al pecado, el deseo o el amor carnal, pero podía simbolizar la juventud, el rejuvenecimiento o la frescura.

La granada simbolizaría la vida eterna, la unidad de la comunidad cristiana o la prosperidad divina. Las uvas, la lujuria o los pensamientos impuros. El melocotón, la virtud y el honor. Las bayas como las cerezas y las fresas eran reflejos del alma de los hombres y eran consideradas frutos del paraíso.
Estas representaciones de artículos de lujo a menudo se atenuaban con la presencia de un cráneo o un reloj de arena para recordar al espectador que tales lujos serían de poca utilidad en el más allá.
El lujo de los bodegones flamencos y holandeses contrastaba con los bodegones españoles, mucho más sobrios que sus vecinos del norte. Alimentos más humildes sobre fondos menos recargados aparecían en los llamados bodegones de cuaresma de Juan Sánchez Cotán, que parece que animan al ayuno en vez de a la gula.
Otro ejemplo de bodegón barroco español son las obras de Zurbarán, pintor que supo extraer la belleza de la comida cotidiana.
De Goya a Instagram
Con los años, las naturalezas muertas no salieron muy bien paradas y perdieron popularidad en detrimento de otros temas, como la escena histórica o los retratos.
Sin embargo, el bodegón no desapareció del todo. Artistas como el pintor Francisco de Goya se sirvieron de este género para explicar la violencia de la guerra. Bodegones con animales muertos no hablaban de la alegría de vivir sino del horror de la muerte.
A finales del siglo XIX, los impresionistas ven en este género y en el de paisaje el campo perfecto en el que practicar sus novedosas teorías de luz y de color. Manet llegó a decir que “un buen pintor se reconoce por su capacidad para expresar la simplicidad de un fruto”. Cézanne, Gauguin y Van Gogh pudieron haber sido poco apreciados en su momento, pero proporcionaron algunos de los bodegones más memorables de la época.

Pintores como Picasso o Braque practicaron el bodegón en diversas formas incluyendo el collage, en el que no sólo representaban objetos sino que los incorporaban físicamente a la obra, y la naturaleza muerta continuó con nuevos enfoques a lo largo del siglo XX con artistas tan diversos como Miró, Dalí o Morandi. Warhol creía que un pintor debía plasmar en su trabajo la sociedad que le rodeaba y por eso elevó a obra de arte objetos de la vida cotidiana: seguro os vienen a la mente las famosas latas de sopa Campbell, o las botellas de Coca-Cola.
Hoy en día, gracias a plataformas como Instagram, el simbolismo de las frutas en el arte todos nos hemos convertido en artistas de bodegón y aunque nuestras obras ya no decoran las paredes de palacios como lo hacían las de los artistas barrocos, una simple foto de comida sigue diciendo mucho más de nosotros de lo que creemos.
¿He dicho foto? Ups…
Genial paseo por la historia del bodegón, muy curiosa y su simbología súper interesante!
Gracias Sara, un día montamos un bodegón con uvas y tus vinos y la simbología nos saldrá a raudales!
Me parece muy acertada presentación sobre las frutas y su mensaje en la pintura.
Muchas gracias Alberto, qué ilusión me hace que te haya gustado! Un abrazo!