Los seres humanos somos sociales por naturaleza, necesitamos relacionarnos con los demás para sentirnos bien, formar parte de la historia de otros seres queridos, familia, hijos/as, amigas, compañeras de trabajo. Necesitamos a los demás para crecer, evolucionar, desarrollarnos y realizar infinidad de actividades y quehaceres de la vida cotidiana. Es curioso como el hecho de vincularnos siendo una de las acciones que más realizamos a lo largo de nuestra vida, nos lleva tantos quebraderos de cabeza.
Las relaciones con los demás parecen tejidas por un hilo de seda muy fino el cual tan delicado él, necesita mimos y elevadas dosis de empatía, humildad, saber estar, saber decir y perdón, ya que, de lo contrario, a veces puede romperse de la forma más insospechada e inesperada.
En toda relación entre dos personas (pareja, madre e hija, amigas, hermanas) hay trazada una línea roja que jamás se debe pasar, porque justo es el punto de no retorno. Toda acción conlleva una reacción y a esto en las relaciones humanas se le llama consecuencia. Así pues, todo lo que hacemos, lo hagamos bien, mal, regular, pensando o sin pensar, conlleva resultados.
¿Por qué a veces éstas son como terremotos que arrollan y hacen caer cualquier relación por muy sólida que sea? La respuesta se encuentra en la línea roja. Puedes estar muy cerca de ella, a veces casi rozarla, en este punto tu relación tambaleará, pero todavía hay espacio para hablar, pensar, debatir, solucionar, empezar de cero o continuar.
LA LÍNEA ROJA QUE NO DEBES PASAR NUNCA
Pero cuando alguna cosa en ti se ha roto, todo se remueve en tu interior, te sientes traicionada, rota, desolada, como si un vacío fuera lo único que llenara tu corazón, cuando el alma te duele tanto que no puedes ni pensar y te envuelve una sensación de pérdida, en este punto se ha cruzado la línea roja. Y da igual si has sido tu o la otra parte, eso no importa ya que en ambas partes se pierde mucho. ¿Qué hacer en estos casos?. Llegados a este punto lo más inteligente es pensar antes de actuar qué repercusión tendrá mi acción y evitar realizarla.
Reparar el daño ocasionado o sufrido después de cruzar la línea roja es muy difícil, prácticamente imposible. Incluso el paso del tiempo a pesar de que regenera el sentimiento de dolor siempre está ahí la cicatriz de la línea roja.
Para paliar las consecuencias del daño ocasionado se necesita PEDIR PERDÓN de todo corazón cuanto antes mejor, reconocer a la persona que le hemos hecho daño, que hemos fallado, entonar un mea culpa desde lo más profundo de nuestro ser y ser humildes para poder aceptar cualquier comentario y acción de la otra parte.
Probablemente nos encontraremos con un muro, una barrera, no querrá saber de nosotras o nos pedirá explicación. Ser empáticas, dejar espacio para que se asuman los sentimientos que hemos hecho aflorar y preguntar desde la generosidad ¿Cómo puedo reparar el daño provocado?
El segundo paso es HACER. Hacer todo lo que esté en tus manos para que la otra persona no se aleje del todo, hacer sin cansarse el tiempo que sea necesario, demostrar en cada acción que te arrepientes de verdad y que estas dispuesta a restaurar el daño ocasionado en la medida que puedas, porque amas a esa persona.
Y por último APRENDE. Para no volver a caer en el mismo error, porqué quizás esa relación no la recuperes porqué no solo depende de ti, depende también de la voluntad de la otra persona para querer restaurarla. Pero si es una buena oportunidad para mejorar las relaciones con los demás, crecer como persona y demostrar que tienes capacidad de cambio y de superación personal.
En la sociedad contemporánea tenemos que luchar con el paradigma superficial de que la vida ideal está libre de retos. Este hándicap, hace que a veces tiremos la toalla demasiado pronto.
La vida es un camino apasionante lleno de aprendizajes, démonos la oportunidad en las relaciones de equivocarnos y salir renovadas de los errores.
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