Pensarás ¡qué tiene que ver el título «De la ducha al balneario», con lo que te voy a escribir!. Y es que define a la perfección la reflexión de hoy.
Quiero hacer referencia a un concepto que lo tenemos a diario en nuestras vidas pero que en muchas ocasiones nos cuesta poner en práctica. Antes de seguir con la lectura del artículo te propongo que pares un segundo, que seas consciente de lo que estás haciendo y te prepares para leer el post 100% concentrada en él. ¿Lo estás? ¡A por el reto!
En el mundo en el que estamos inmersos parece que solo cuente el número de tareas que realizamos durante el día sin importar nada más. A veces ni nos damos cuenta de que las hacemos, otras no las llegamos a disfrutar como debiéramos y terminamos el día con la sensación del estrés pisándonos los talones, de que no llegamos a todo, como si desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama nuestro día haya sido una carrera de velocidad.
Una de las causas de mayor estrés que sufrimos diariamente es pensar en una cosa totalmente diferente a lo que realizamos en ese mismo momento.
Estamos en el trabajo y pensamos en la comida familiar que tenemos que preparar el fin de semana, o en la lista de la compra, o de cuando realizaremos el cambio de armario. Incluso cuando estamos tomando el café con nuestra amiga, permitimos que los WhatsApp nos invadan el espacio, también nuestros pensamientos en infinidad de otras cosas.
Cuando llegamos a casa los niños/as nos hablan persiguiéndonos por los pasillos mientras ordenamos, dejamos las cosas, preparamos la cena, interrumpimos lo que nos están diciendo con otras preguntas que no vienen al caso, ¿has hecho los deberes?, si se cruza la pareja también tenemos un mensaje para él y un largo etcétera de acciones que pretendemos vivir al unísono. Y, ¿cómo nos afecta esta manera de vivir? Nos impide disfrutar al máximo de lo que hacemos, no da espacio para el sosiego, la calma, la tranquilidad y el relax.
Vivimos en una sensación de carrera permanente. A veces nos sentimos orgullosas de ser capaces de hacer varios cometidos a la vez, mientras pensamos en otros totalmente distintos. Ya sabemos qué nos ocurre, somos expertas en esto, pero, ¿ganamos algo? Alimentamos el estrés de manera exponencial y si te paras a pensar puedes hacer todo lo que has hecho durante el día estando PRESENTE en lo que haces.
Recuerda por un minuto el momento de la ducha a primera hora de la mañana, ¿Cómo la vives? Ahora visualízate en ella, con los ojos cerrados, sintiendo el agua cayendo por la cabeza y fluyendo por tu cuerpo. Céntrate en la sensación de placer del agua tibia, en el olor agradable del jabón, en la sensación de bienestar.
Se tarda el mismo tiempo estando presente en cada una de las sensaciones que te ofrece la ducha de la mañana que pensando en todo lo que vas hacer a lo largo del día. El resultado, es totalmente distinto. Puedes salir de la ducha ya estresada o malhumorada o puedes salir en paz, tú decides como hacerlo.
Al igual ocurre con el café con tu amiga. Disfruta del momento, goza del placer de la conversación, de la compañía, de lo bueno que está el café, la cerveza o lo que estés tomando. Si no tienes tiempo, o ese día no puedes estar presente, es mejor no quedar, hazlo otro día, tu relación lo agradecerá.
En el trabajo, quédate con lo que haces en el momento, concéntrate, serás más eficiente, trabajaras más relajada, tu sensación de control aumentará y si te sobran 10 minutos, a lo mejor puedes pensar en la lista de la compra…
Con tus hijos/as, haz lo mismo, sino puedes estar una hora con ellos, ofréceles media hora, pero de la buena, de calidad.
A veces se trata sólo de escuchar una frase, pero hacerlo con los cinco sentidos. Olvídate de todo lo demás y vive el momento de la forma más presente posible. Deja que fluya el instante, harás las mismas actividades, pero las harás mejor, obtendrás mejores resultados y sobretodo más sosiego, sensación de bienestar y tranquilidad.
Sin dejar de hacer las cosas que realizamos si podemos cambiar el cómo las hacemos. Apúntate al ESTAR PRESENTE, no es difícil, es tan sólo decidirlo y tener el compromiso contigo misma de ponerlo en práctica.
¿Qué tal la lectura del artículo? ¿Has estado presente o tu mente ha divagado en otros quehaceres? ¿Empiezas?