Aterrizar en Ibiza y no empezar tu experiencia con un Curry thai amarillo, rojo o verde, en la terraza callejera del Thaid’up de Dalt Vila, es imperdonable.
Como también es obligado un bullit en Ses Boques, en Es Cubells, con sobremesa muy perezosa entre pinos al borde del mar, (donde nos gusta llegar por mar y fondear en una de las boyas de la cala).
O como es impensable irse sin comprar una botella de hierbas caseras después de un brunch de montaditos en Ca N’ Aneta de Sant Carles De Peralta, junto al cementerio y la iglesia, después de una mañana de compras y regateos en Las Dalias o en el mercadillo hippy de Punta Arabí, en Es Canar.
Ibiza está llena de gastronomía, tanto de la popular como de la que han ido aportando todas las gentes del mundo que se han instalado aquí en las últimas décadas, en este Edén hecho a la medida de los personajes mas dispares, para regalarle al mundo este flair de isla única. Los ingredientes, recetas e inspiraciones mas exóticos se mezclan con la huerta de la tierra, el olor de los campos de hinojo y tomillo, el pan payes con all i oli, y la generosidad de una pesca mediterránea abundante.
Ibiza es cosmopolita cuando disfrutas con amigos de un magnum de vino rosado (La Rosa de Raventós i Blanc, del Penedés, por ejemplo) en El Xiringuito de Es Cavallet, al Sur de la isla, dónde seguro ves algún famoso de primera línea con sus gafas enormes pidiéndole a Don Ostra media docena más, con aderezo de vinagreta de chalotas.
En un contexto más salvaje, una de las experiencias gastronómicas con las que Ibiza sorprende al visitante y refleja todo su ADN de mar y autenticidad es en El Bigotes de Cala Mastella, al Este de la Isla. Aquí no se reserva mesa, y la terraza es uno de los comedores de restaurante mas hermosos en los que he estado jamás. Una luz privilegiada rebotando sobre el agua, el murmullo de las conversaciones vecinas solapándose con la música del viento y el mar, bancos y mesas de madera rústica… Y un bullit delicioso (guiso de pescado con patatas y all i oli, y con el fondo de la coccion del pescado y las patatas, un arroz de paella).
Cuando cae el día, la puesta de sol es un evento que no hay que perderse. Es maravilloso cruzar la isla dirección Oeste, para fundirse entre los miles de turistas que se instalan en la gran terraza que forman todos los Cafes del Mar instalados en esta parte de la bahía, o bien hacia Santa Agnés y para sentarse en las rocas del acantilado frente a les Illes Margalides, mientras Isabel del chiringuito Las Puertas de Cielo, nos frie unas croquetas.
Y de noche, las copas, para mi, en Teatro Pereyra. Un teatro very vintage, con live music a diario, abierto todo el año y según reza en su publicidad «sin zona vip ni asientos reservados».
No es por las copas que uno elige, el Pereyra es para un gintonic, es por la música en directo y la actuación diaria de talentosos artistas acompañados del propietario del local al piano, un holandés cincuentón, alma de éste legendario bar.
La isla es una delicia a descubrir por mar o tierra, con sabores sorprendentes y gente peculiar. Ibiza es tiempo de sol, pareos, puestas de sol, arroces deliciosos, pescado excepcional, hortalizas abundantes, y buen rollo. Un buen rollo que te embruja con la magia de la diosa Tanit, la luz clara del amanecer y ese tinte anaranjado tan propio de la puesta de sol, para hacerte suyo. Irremediablemente, y para siempre.
Gracias por todas estas recomendaciones! No he estado nunca en la isla pero este verano vamos a ponerle solución! Con mi marido hemos reservado una casa de alquiler en IbizaHC (una compañía que se dedica al alquiler de casas en ibiza) y hemos alquilado también un coche. Para junio. ¡Qué ganas! Me anoto todas tus recomendaciones que seguro que me irán muy bien.
Eva