La obesidad suele ser el resultado de un desequilibrio entre las calorías ingeridas y las gastadas.
El aumento del consumo de alimentos muy ricos en calorías sin un aumento proporcional de la actividad física produce un aumento de peso.
En Octubre de 2017, la OMS afirmaba que la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, y cada año mueren, como mínimo, 2,8 millones de personas a causa del sobrepeso.
Varios estudios realizados en la última década han analizado también diferentes parámetros como los hábitos de alimentación y ejercicio físico de la población española y su relación con el sobrepeso y la obesidad.
Algunos de los resultados han sido que menos del 50% de la población española sigue las recomendaciones de consumos alimentarios dadas por los colectivos especializados como la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) o los diferentes Colegios de Dietética y Nutrición; y que más de 2 tercios de la sociedad española, no realiza actividad física durante su tiempo libre, siendo los hombres los que la realizan con mayor frecuencia.
SAQUEMOS NUESTRAS PROPIAS CONCLUSIONES
Por ello… una dieta saludable puede contribuir a prevenir la obesidad. Se puede mantener un peso beneficioso, reduciendo la ingesta total de grasas y sustituir las grasas saturadas por las insaturadas.
También se puede aumentar el consumo de frutas, hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos y con ello reducir la ingesta de azúcar y sal.
TRABAJA PARA PREVENIR LA OBESIDAD
En resumen, un buen decálogo sobre la alimentación y el estilo de vida saludable mediterráneo es:
- Consumir más alimentos de origen vegetal: frutas, verduras, legumbres y frutos secos
- Utilizar aceite de oliva virgen extra para cocinar y aliñar, antes que otros tipos de aceites y grasas
- Sustituir el pan blanco, arroz y pasta refinados por su versión integral.
- Incorporar lácteos cada día: en especial leche, leche fermentada o yogur sin azúcares añadidos.
- Consumir preferentemente pescado, carnes magras y huevos en lugar de carnes rojas y/o procesadas.
- Beber agua para hidratarse y evitar las bebidas azucaradas y zumos.
- Más alimentos frescos, locales y de temporada. Menos ultraprocesados. Debemos limitar el consumo de platos preparados y cocinar con alimentos de nuestra casa.
- Evitar el alcohol, fumar o cualquier hábito tóxico.
- Más actividad física diaria (150 minutos / semana de actividad física) Más horas de sueño reparador. Menos sedentarismo.
- Comer al menos una comida en familia y disfrutar de la alimentación como un acto social.