El yoga que nos alimenta no sólo nutre nuestro cuerpo, también es el responsable de crear nuestra energía vital o prana, soporte de nuestra vida.
Para los practicantes de yoga la alimentación saludable es un pilar fundamental para poder alcanzar el equilibrio entre el cuerpo, la mente y la pureza de espíritu.
Llevar una dieta saludable implica ingerir todos aquellos nutrientes necesarios para sentirnos bien, generar defensas contra enfermedades y ayudarnos a prevenir la diabetes2, la obesidad, la anemia y el cáncer entre otras muchas enfermedades.
Las decisiones que tomamos al alimentarnos están guiadas por nuestros conocimientos, emociones y habilidades y además, son las responsables de nutrir, revitalizar y depurarnos sin generar residuos en nuestro organismo.

EL YOGA QUE NOS ALIMENTA: TU DECISIÓN
Las decisiones alimentarias, para el practicante de yoga, afectan a la forma en que nos relacionamos con el entorno.
Siguiendo el principio filosófico de la no violencia y el respeto a la vida, ahiṃsā, el yogui sigue una dieta basada en ingredientes que implican no hacer daño o matar a animales evitando así la generación de karma (espíritu de justicia o equilibrio) negativo o dañino.

¿SOMOS LO QUE COMEMOS?
En el estilo de vida yóguico, la comida y cómo la comemos condiciona nuestro estado de ánimo y éste condiciona a su vez la calidad con la que practicamos yoga.
La dieta satvica aporta serenidad, energía constante, concentración y estabilidad emocional.
Los alimentos sátvicos deben ser naturales, frescos, orgánicos, y deben tomarse de la manera más natural posible, crudos, hervidos al vapor o ligeramente cocidos.

En segundo lugar, los rajásicos que nos producen excitación y que puedes tomar con moderación (entre ellos están el té y café); el azúcar, pan blanco o la sal que deben ser evitados ya que producen ansiedad.
Y por último, los tamásicos nos producen pereza, depresión y generan toxinas. En esta clasificación tenemos la carne, los fritos, los quesos curados y el alcohol.
A la importancia de elegir una dieta adecuada, se une el comer de manera consciente, saboreando y masticando cada bocado.
Finalmente, hay que involucrar a la mente en el proceso y procurar no saciarse en exceso, ya que las digestiones pesadas nos producen cansancio, pereza, fatiga y falta de predisposición para la práctica.
¡Ponle cabeza y corazón a tu alimentación 💚!