Puede que esta estación no siempre te traiga descanso. A veces también agota. Por eso, en este artículo comparto algunos rituales de bienestar: pequeños gestos que refrescan el cuerpo y el alma cuando todo alrededor parece ir demasiado rápido.
¿Y si, en lugar de correr tras el verano, lo atraviesas más despacio?
Ritual 1: Agua que no solo limpia, también calma
Regálate una ducha larga al final del día. Baja la luz. Cierra la puerta. Que nadie te interrumpa. Añade unas gotas de menta o lavanda en un cuenco con agua caliente y deja que el vapor te envuelva. No tengas prisa.
Mientras el agua cae, deja que también se vaya el cansancio. Que se suelten los pensamientos que pesan. Quédate solo con lo necesario.
Además, si vives en la ciudad o en un piso sin jardín, este pequeño refugio puede ser tu lugar de descanso diario.
Ritual 2: Infusiones frías que acarician por dentro
Prepara una jarra de infusión o una limonada si lo prefieres, con tiempo. Deja reposar el hibisco, el rooibos o la menta. Añade una rodaja de limón, un trocito de jengibre, lo que tengas. Así, refrescas el cuerpo de una forma más natural y amorosa.
No es solo por hidratarte: de hecho, es una forma de decirte que mereces cuidados bonitos, vivas donde vivas.
Puedes tomarlas a temperatura ambiente o ligeramente frescas, sin hielo, si sientes que así tu cuerpo las asimila mejor. A veces, sobre todo en los días de más calor, lo templado reconforta más de lo que imaginas… aunque por fuera todo queme.
Ritual 3: Caminar antes de que el mundo despierte
Sal a caminar temprano, antes de que el día empiece a gritar. No necesitas hacer ejercicio. Solo andar. Sentir el aire fresco en la cara. Escuchar los sonidos que el resto aún no ha contaminado.
Si vives en un pueblo o cerca del campo, tal vez puedas recorrer un camino entre árboles o escuchar el canto de los pájaros.
Si estás en la ciudad, busca ese rincón tranquilo, esa calle que a primera hora aún duerme.
Y si tienes la suerte de estar en la montaña o junto al mar, abre la ventana, deja que entre el aire, camina con los pies desnudos si puedes.
Incluso si no puedes salir, caminar descalza por casa también es una forma de volver a ti.
Ritual 4: No llenarlo todo
No hace falta que aproveches cada minuto. No hace falta que digas sí a todo. Está bien dejar huecos. Está bien no tener plan.
Por eso, te animo a que hagas sitio para no hacer nada. Aunque sea solo una tarde. Aunque sea media hora. Mientras tanto, observa qué cambia cuando te das permiso para frenar.
Como dicen en Japón: Chīsana koto kara hajime nasai — 小さなことから始めなさい. Empieza por lo pequeño. A veces, basta con un solo gesto para volver a ti.
Ritual 5: Comer sin fuego
En los días más calurosos, escucha lo que te pide el cuerpo: algo fresco, algo suave. Frutas de temporada, cremas frías, platos sin cocinar.
Sin embargo, no se trata solo de lo que comes. También importa cómo lo haces. Y cuando comas, siéntate. Apaga todo. Mastica lento. Respira. Así, conviertes una necesidad básica en un acto de amor propio.
No necesitas rituales nuevos. Solo recordar los de siempre. Luego, si te apetece, puedes añadir los tuyos. Un gesto. Una pausa. Un silencio.
Vivas donde vivas —en la ciudad o en un rincón del interior, en la costa o entre montañas— siempre puedes buscar un refugio. Uno que empiece por dentro. Que no dependa de lo que tengas, sino de cómo te trates. Estos rituales de bienestar para el verano no están fuera: están en ti.
Vuelve a ti. Sin prisa. Sin ruido. Con calma. Y deja que estos rituales de bienestar para el verano sean tu forma de cuidarte… sin exigencias.
Y si este tema te interesa, puedes leer también No todo lo dulce lleva azúcar, donde hablo de la dulzura que no siempre viene del azúcar.
Recetas para un verano sin prisa
Si te apetece seguir cuidándote también en la mesa, aquí tienes algunas recetas frescas, suaves y sabrosas para estos días largos y cálidos:
- Pastel salado de calabacín: saludable, versátil y delicioso, perfecto para compartir sin complicaciones.
- Tallarines de calabacín al ajillo con jamón ibérico: un plato ligero con mucho sabor.
- Zanahorias tandoori con salsa de yogur: especiada, cremosa, ideal para una cena sin calor.
- Tartar de salmón ahumado con mango: frescor tropical en cada bocado.
- Macedonia con sirope de agave: fruta de temporada con un toque dulce y natural.
- 10 recetas veganas con guisantes: ideas vegetales para comer ligero y con color.
